# 7














MALVINAS LATINOAMERICANAS
La perspectiva regional

Por Mariana Altieri – Lic. Ciencia Política
Marzo de 2012


“Las Malvinas es la causa de toda nuestra América.
Ni un paso atrás, Argentina querida”
Rafael Correa

El reclamo argentino sostenido ante la comunidad internacional respecto de la soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur y espacios marítimos circundantes, no se agota en la simple territorialidad, sino que ha abierto un panorama de temas imbricados que denotan la complejidad del conflicto y sus alcances y proyecciones.
Hablar de la soberanía de las Islas Malvinas es hablar de imperialismo, de los 17 enclaves coloniales que sostiene gran Bretaña, y entrar en debates acerca del anacronismo, o no, de esa política. Es también hablar de los organismos internacionales supuestamente multilaterales, y su efectividad a la hora de mediar en conflictos donde se involucran las naciones con derecho a veto en el consejo de seguridad, por decirlo de un modo “amable”. Malvinas implica pensar en la explotación de nuestros recursos, fundamentalmente el agua y el petróleo, sin olvidar la proyección de soberanía sobre la Antártida. Y es, por todo esto, pensar en la militarización del atlántico sur y los intereses que existen por detrás de la “autodeterminación de los kelpers”.
La causa Malvinas también nos remite a una guerra, una derrota, y una dictadura militar nefasta para el pueblo argentino, pero también en nuestros jóvenes soldados, que con valentía y osadía defendieron la patria y dejaron sus vidas llevando a cabo grandes hazañas en el campo de batalla.
Por ello la afirmación LAS MALVINAS SON ARGENTINAS, alude a una cuestión clara de política internacional y de perspectiva a largo plazo en una visión estratégica de desarrollo nacional y regional, pero también hace eco en el sentimiento nacional, tanto en el orgullo como en los temores de los argentinos, especialmente cuando los grandes multimedios concentrados no dejan de subrayar la potencia militar inglesa.
Señalo todo esto para captar la multidimensionalidad de una cuestión compleja, que sin embargo puede resumirse en el siempre vigente: patria si colonia no.
En este dilema central – la liberación nacional - es donde me parece necesario abordar la fundamentalidad de la latinoamericanización de la Causa Malvinas. En este último tiempo hemos asistido a un hecho de política regional sin precedentes como es el fuerte respaldo latinoamericano al reclamo mantenido por la Argentina acerca de la soberanía sobre las Islas Malvinas. Y aquí la importancia manifiesta no es solamente el respaldo en el sentido declarativo, que de por si resulta importante, sino en el sentido factico.
Sin ir más lejos hace pocos días que el congreso de Perú decidió cerrar sus puertos a un buque de guerra británico. El hecho de que el permiso de atracar fuera otorgado y luego rebatido por el órgano legislativo no merma su importancia, sino que por el contrario pone sobre la mesa lo trascendental de la medida. Hoy Argentina cuenta con aliados que históricamente privilegiaron otras opciones en materia de relaciones diplomáticas, en especial cuidando de hacer “buena letra”, camino que también Argentina siguió mucho tiempo. Por ello lo que debemos ser capaces de ver es que estas medidas no son tomadas por mera solidaridad o de manera altruista por un antiimperialismo declamativo e ingenuo, sino que son parte del fortalecimiento de un bloque regional que comienza a tomar medidas como conjunto, y en función de los intereses latinoamericanos.
El compromiso asumido por los gobiernos y pueblos hermanos que conforman la UNASUR (Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guayana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela) al impedir el ingreso a sus puertos de barcos identificados con la bandera de las “Falkland”, al que se sumaron los países restantes del Alba (Nicaragua, Cuba, San Vicente y Granadinas, la Mancomunidad de Dominica y Antigua y Barbuda). Marca un antes y un después en el reclamo mantenido anteriormente en soledad por la Argentina.
Nada más lejos de ello que las recientes declaraciones del presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien aseguró que "los problemas de Argentina son los nuestros" respaldando la denuncia formal elevada por Argentina ante el Consejo de Seguridad de la ONU, agregando además que “es momento de que América decida sanciones contra ese desubicado poder que pretende ser imperial y colonialista en el siglo XXI. Creo que debemos ir a cosas más contundentes”
Lo interesante es que podamos abordar que esto significa una verdadera apuesta como región: no es ya el apoyo de otros países latinoamericanos a un reclamo argentino, es una causa latinoamericana.
Si pensamos desde la teoría del conflicto, es importante tener una clara percepción del escenario para evaluar las opciones estratégicas a seguir.  Si nuestra hipótesis de conflicto, como Argentina, es con Gran Bretaña por la soberanía de las Islas Malvinas, y sabemos que en caso de una escalda diplomática, en la opción militar llevamos las de perder (no sólo y de por si materialmente, sino también a nivel simbólico), la confluencia  con el resto de países latinoamericanos potencialmente neutraliza la opción militar, ya que cambia el escenario entre las fuerzas que se oponen. Debemos entonces hacer la lectura de una nueva hipótesis de conflicto: Gran Bretaña versus Latinoamérica (llámese para este caso unasur, celac etc. Lo importante es que se presenta como causa regional).
Las declaración del presidente Hugo Chávez afirmando el apoyo militar venezolano en  caso de un estallido bélico es trascendental: Malvinas se ha latinomericanizado, y el escenario internacional – regional desde el cual debemos pararnos es ahora otro.
Por supuesto, si hilamos fino, sabemos que tenemos un horizonte complejo en el camino de la integración regional, debates por saldar en términos de institucionalización, y también de cuál es la mejor manera de consolidarnos como región, para no incurrir en fracasos como el de la Unión Europea, que hoy ha puesto en evidencia lo injusto y desigual de su integración”. Sin embargo lo esencial en el contexto actual es dilucidar la apuesta regional, que existe y que se ha convertido en un factor clave en términos de política exterior de cada uno de los países de Sudamérica.
Es en esta clave que debe leerse el esfuerzo de los gobiernos suramericanos por fortalecer la UNASUR, y ahora también la CELAC y lograr que se transforme en un instrumento para garantizar la soberanía efectiva en la región. La relevancia cabal que ha tomado la integración regional en el continente no responde solo a un modelo global y a la necesidad manifiesta de agruparse a fin de contrarrestar un escenario mundial hegemonizado por una sola superpotencia, sino especialmente por el recorrido del Mercosur y de la Unasur como procesos que han demostrado un cambio de época en América Latina.
Nuestra América es, fue y será una unidad geopolítica, que aún conserva una identidad común. Una Patria Grande dividida y fragmentada por interés y acción de los agentes del imperialismo. Hoy adentrándonos en el segundo milenio que avizoraba el General Perón, la Unión de Naciones Suramericanas se ha constituido en una realidad, y ha demostrado trascender lo simbólico con acciones efectivas y coordinación de políticas. Los históricos proyectos integracionistas de América del Sur cobran nuevo vigor, de la mano de gobiernos que, más cerca o más lejos ideológicamente, han comprendido que no hay supervivencia posible en la desunión.
Esta idea no es nueva, porque no son nuevas las características de la región y porque tampoco lo son sus necesidades, ya nos decía Galeano “La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta”. Cinco siglos después, el desafío sigue siendo cambiar el modelo basado en la exportación de productos primarios, por un proyecto basado en la ciencia, la tecnología, la industria y la capacidad de agregar valor a partir del trabajo, y primordialmente en la soberanía en el manejo de nuestros recursos naturales.
Para esto, la estrategia de Nuestra América del Sur es recuperar el rol de la política como herramienta de transformación, y encarar el desarrollo que permita la justicia social. La UNASUR constituye el blindaje que los gobiernos necesitan para emprender las transformaciones ‘con la espalda cubierta’. UNASUR se erige como un mecanismo de coordinación de políticas con el objetivo declarado de constituirse en un espacio de convergencia y consenso para establecer los lineamientos estratégicos de la región en cuanto a posicionamiento internacional y lineamientos de desarrollo conjunto e integrado. Camino que es necesario emprenda y consolide la CELAC.
Latinoamérica tiene condiciones naturales y culturales excepcionales y su integración es una necesidad objetiva indispensable para que pueda disponer libremente de sus recursos: Nuestra Patria Grande cuenta con las mayores reservas energéticas del planeta, lo que incluye petróleo, gas, carbón, potencial hidráulico y eólico, entre otros; y con algunos polos industriales de punta que si bien no muy desarrollados aún, pueden ser potenciados mediante políticas nacionales y regionales. Ahora bien, si la integración no se consolida nuestra región seguirá siendo expoliada y cada vez de forma más devastadora.
En esta línea es donde afirmamos que la única manera de conducir una política exitosa en cuanto a recursos naturales en Latinoamérica, es desde la apuesta regional, que incluya además, una estrategia conjunta en materia de defensa. Un camino peliagudo pero necesario a la hora de defender nuestra soberanía. No es un dato menor que la reserva de petróleo estimada en Malvinas supera largamente toda la de la Republica Argentina llegando en las estimaciones más optimistas a 60 mil millones de barriles.
En este sentido, el 6 de abril de 2011, la UNASUR presentó un documento ante el Secretario General de las Naciones Unidas, reiterando “el firme respaldo a los legítimos derechos de Argentina en la disputa con el Reino Unido” en torno a la soberanía de las Islas Malvinas. El documento resalta “la permanente actitud constructiva y disposición del Gobierno Argentino para alcanzar, por la vía de las negociaciones, una solución pacífica y definitiva a esta anacrónica situación colonial en suelo americano”. En este sentido debemos reconocer dos cuestiones, no solo la postura antiimperialista y de defensa nacional-regional, que a adoptado el bloque, sino también su visión estratégica en función del desarrollo de la región, en este caso señalando que en el mismo documento se plasma el rechazo a “las actividades de exploración de recursos naturales no renovables de la plataforma continental Argentina, que ilegalmente desarrolla el Reino Unido en las Malvinas”.
            Entrando al año 2012 al recrudecerse la presión británica mediante el despliegue militar en el atlántico sur el apoyo de los países tanto de la UNASUR como de Latinoamérica ha sido un  punto clave para el sostenimiento de la posición Argentina. La consolidación de la integración como bloque regional implica necesariamente que la explotación de los recursos naturales y por demás, la militarización del atlántico sur nos incumbe a todos, es un tema regional, como lo son las bases militares en Colombia, o Guantánamo. Por ello es también destacable que el reclamo argentino por la soberanía de las Islas Malvinas haya sido tomado por Los jefes de Estado y de Gobierno de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) poniéndolo al mismo nivel que la independencia puertorriqueña. Destacándose que “de la misma manera que con el caso Malvinas la independencia de Puerto Rico es un asunto que concierne a la región de América Latina y el Caribe, y a sus foros de concertación y cooperación política, en especial la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).”
Si hacemos un poco de memoria debemos recordar que ya en el 2006 Los Presidentes reunidos en la II Cumbre de Jefes de Estado de la Comunidad Sudamericana de Naciones, celebrada en Cochabamba, Bolivia, emitieron la siguiente declaración: “Reafirmamos nuestro respaldo a los legítimos derechos de la República Argentina en la disputa de soberanía con el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte relativa a la Cuestión de las Islas Malvinas”.  A su vez el 17 de Abril del 2007, 12 países reunidos en la 1ª Cumbre Energética Suramericana de Jefes de Estado realizada en Venezuela, aprobaron por unanimidad una declaración presidencial de apoyo al reclamo argentino de soberanía y también a la decisión adoptada el 27 de marzo de ese mismo año por el gobierno argentino de dar por finalizada la cooperación con el Reino Unido sobre hidrocarburos.
Estas declaraciones reafirmadas en 2009 y 2010 involucran la causa Malvinas en la planificación estratégica en materia de recursos naturales – energéticos.
No hemos pretendido ser exhaustivos en la recopilación de documentos de las diferentes instancias regionales en las que se agrupan los países de Latinoamérica, ni mucho menos en las declaraciones tanto argentinas como de otros mandatarios de la región, pero hemos puesto el acento en demostrar que mas allá de la cantidad, en calidad hemos dado un paso gigante. Hoy la causa de Malvinas es una bandera latinoamericana, por la cual no solo se ha reafirmado el apoyo declarativo, sino que se han tomado medias firmes y trascendentes.
Con este panorama se reacomoda el tablero mundial. Es indiscutible que la unidad de los países del Sur y el Caribe quiebra la correlación de fuerzas a favor del derecho de las soberanías nacionales. En los hechos marca la única alternativa real de llegar a buen puerto, como escribió el General Juan Domingo Perón “Cada país participa de un contexto internacional del que no puede sustraerse. Las influencias recíprocas son tan significativas que reducen las posibilidades de éxito en acciones aisladas (…) Es por ello que la Comunidad Latinoamericana debe retomar la creación de su propia historia, tal como lo vislumbró la clarividencia de nuestros libertadores, en lugar de conducirse por la historia que quieren crearle los mercaderes internos y externos (…) Nuestra respuesta, contra la política de ‘dividir para reinar’ debe ser la de construir la política de ‘unirnos para liberarnos”
Unasur se reunirá el 2 de abril en Tierra del Fuego, en apoyo a la legítima e imprescriptible soberanía de la República Argentina sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes. Estemos atentos al desarrollo del conflicto, pero más atentos aun al desarrollo de la concordancia, en ella se gestara la clave del éxito.

 











 

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